Berlín es una ciudad de contradicciones. Un muro invisible se levanta todavía y divide no sólo espacios geográficos, sino también culturas, vidas, experiencias. Ossies y Wessies (berlineses del este y del oeste) siguen reprochándose pereza, falta de iniciativa, consumismo. No es de extrañar, puesto que los valores en los que unos y otros fueron educados, son completamente diferentes. Las piedras pueden caer, pero las experiencias permanecen y se perpetúan en el tiempo. No sólo la mentalidad y la actitud, sino también la estética del este y el oeste es completamente diferente. Los dos centros de antaño, Alexanderplatz y Zoologischer Garten, son ejemplos vivos que sorprenden al que llega por primera vez a la ciudad. "Alex", como todos la llaman, es una plaza gris, fea, triste, en la que como una traición han puesto sus pies Kaufhof, Saturn y otros centros comerciales. Tranvías y miles de personas la cruzan cada día y todavía sigue siendo el centro de todas las manifiestaciones y reivindicaciones del pueblo...y del mercado de Navidad, que por cierto comienza en noviembre. Zoologischer Garten es el centro neurálgico de la ciudad. Centros comerciales titánicos, tiendas de moda, las oficinas de los businessmen y grandes hoteles se concentran en una zona de la ciudad en la que sólo queda una huella de lo que un día fue: La Gedächniskirche, los restos de una Iglesia, destruida como la mayor parte de la ciudad en la Segunda Guerra Mundial. La torre medio derruida comparte espacio en las fotos de los turistas con las fachadas de cristal y metal que la rodean. El peso de toda una guerra cae sobre el que la contempla entre atónito y maravillado. Los barrios del este y del oeste se distinguen también por su arquitectura, por los precios de las tiendas y los alquileres, por la gente que vive en ellos, por los bares y el ambiente. Pasear por Postdamer Platz, uno de los centros de arquitectura contemporánea más importante de Europa, después de haber vagado por las calles de Friedrichshain, Prenzlauerberg o el turco Kreuzberg, es como trasladarse a otro mundo.

Las contradicciones de Berlín mantienen sin embargo una relación dialéctica. Las nuevas generaciones y los inmigrantes están consiguiendo que el este y el oeste se mezclen, que sus paisajes no resulten tan ajenos, que las costumbres de todos se integren en la ciudad y a la vez mantengan sus diferencias. El Carnaval de las Culturas que tuvo lugar los días 6, 7 y 8 de junio fue una muestra del cosmopolitismo de Berlín y de que la integración es posible. Carrozas de varios países del mundo desfilaron por las calles de Kreuzberg durante todo el domingo, acercando a Berlín su música, su historia, su cultura. Lo curioso es que las carrozas no estaban integradas sólo por personas del país que representaran, sino también por alemanes o amigos de otras nacionalidades. En la carroza y el espectáculo que organizó Uruguay, por ejemplo, participaron además de uruguayos, españoles, alemanes, colombianos, mejicanos , argentinos e italianos. Todos aprendieron a bailar el candombe y la murga y todos salieron como parte de Uruguay en la cabalgata. El este y el oeste, el norte y el sur, no sólo de Berlín sino del mundo entero, vivieron juntos el Carnaval...en Berlín.

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letzte Aktualisierung: 8. März 2004
actualizada: 8 de marzo de 2004