Debido a su estancia en Nueva York, para Bonhoeffer el ecumenismo se convierte en el principal objetivo de su interés eclesiástico y teológico. Los esfuerzos de las Iglesias Cristianas por unificar la fe y la práctica, están para él muy relacionados desde el principio con los esfuerzos por mantener la paz, ahora amenazada. Como Secretario de la "Liga Internacional de Cooperación Amistosa de las Iglesias" – una de las organizaciones precursoras del Consejo Ecuménico de las Iglesias – colabora en la organización de una serie de conferencias, siempre relacionadas con los esfuerzos por la paz por parte de los cristianos.
Las fotografías de estas conferencias, por ejemplo en Gland (Suiza, 1932) o en Fanö, transmiten un ambiente distendido. Sin embargo, las apariencias engañan. La actividad ecuménica en Alemania se considera sospechosa.
Tras la subida al poder de las nacionalsocialistas, Bonhoeffer intenta convencer a los representantes de la Iglesias en las organizaciones ecuménicas de tomar una postura firme contra el gobierno oficial de las Iglesias del Reich y contra el Cristianismo Alemán. Sin embargo, éstos no terminan por decidirse, de manera que en las reuniones ecuménicas Alemania seguirá siendo representada tanto por la Iglesia Confesional como por la Iglesia del Reich y los luteranos que se mantienen neutrales.
Desde Londres, en donde Dietrich Bonhoeffer es pastor de dos parroquias de habla alemana desde octubre de 1933, se desplaza a la Conferencia de Fanö. Había aceptado este cargo en el extranjero, porque le había decepcionado la casi total pasividad inicial de la oposición interna de la Iglesia frente a la unificación nacionalsocialista. En Londres, Bonhoeffer se encuentra muy a menudo con George Bell, el obispo de Chichester; acaban siendo muy amigos. Desde Inglaterra Bonhoeffer quiere viajar a la India, para visitar a Mahatma Gandhi, el precursor de la resistencia pacífica. Incluso ha recibido ya una invitación suya. Es entonces cuando es reclamado en Alemania por la Iglesia Confesional.
Querido amigo:
He recibido su carta. Si usted y su amigo tienen dinero suficiente para el viaje de vuelta y pueden hacerse cargo de sus gastos personales aquí, unas 100 rupias mensuales, vengan cuando lo deseen. Cuanto antes mejor, para que puedan disfrutar del tiempo templado que tenemos ahora aquí. He calculado las 100 rupias mensuales pensando en alguien que tiene gastos moderados. Quizá incluso sólo necesiten la mitad de esta cantidad. Depende de cómo respondan a nuestro clima.
En cuanto a su deseo de compartir mi quehacer cotidiano, sólo quiero decirles que cuando ustedes estén aquí, pueden permanecer a mi lado, siempre y cuando no esté en la cárcel y permanezca en un lugar fijo. En caso contrario, si estuviese de viaje o me encontrase en la cárcel, deberían ustedes contentarse con una estancia en una de las instalaciones que están bajo mi supervisión. Si desean alojarse en una de estas instalaciones, en las que yo he pensado, y si pueden vivir de la dieta básica que estas instalaciones les pueden ofrecer, tanto la comida como el alojamiento serán gratuitos.
s. s. s. (M. K. Gandhi)